Los Atlas y sus componentes

Por Cristina Romero Manso. II Curso de Patrimonio Marítimo Europeo

Hoy vamos a tratar este tema sólo hasta el siglo XVIII, para continuar en posteriores entradas.

La palabra «atlas» aparece definida en el Diccionario Español de la Lengua Franca Marinera Mediterránea como «colección encuadernada de cartas náuticas». Y la RAE lo completa añadiendo que dicha colección puede estar formada por mapas geográficos, históricos, etc., en un volumen. Y en su segunda acepción dice que son una colección de láminas descriptivas pertenecientes a ciertas disciplinas, y que suele aparecer encuadernada como libro. Vamos a conocer algunos de los elementos físicos más importantes que lo componen.

Figura 1. Portada del Atlas Marítimo de España, D. Vicente Tofiño, 1789

Los soportes y la tinta

Estos mapas o cartas se realizaron por primera vez sobre soportes de pergamino y de vitela. Eran manuscritos a una tinta o varias, y muchos de ellos estaban enriquecidos con gran profusión de iluminaciones y elementos.

El pergamino es una piel semicurtida de animal, que sirve para escribir o forrar y encuadernar, entre otras cosas. Según Plinio, este material fue inventado en la ciudad de Pérgamo para reemplazar al papiro, al papiro, cuya exportación estaba restringida por una serie de problemas con la Biblioteca de Alejandría.

Este material fue desbancando al papiro, ya que tenía muchas más ventajas: era un soporte más fácil de hacer, más duradero, permitía el plegado, escribir por las dos caras y, además, se podía borrar. Esta es la razón de que hayan llegado hasta nosotros algunos palimpsestos.

Sin embargo, a partir del siglo XIII quedó sustituido por el papel, que era fácil de hacer, y más barato.

Figura 2. Atlas de Joan Martines. Manuscrito de pergamino e iluminado a mano, 1587. Fuente

El papel utilizado para los mapas y las cartas, ya fueran de gran formato o no, solía ser de buena calidad, ya que se realizaba a mano con excelentes materias primas como el lino, el cáñamo, esparto, algodón, etc. España fue un productor de papel y de materias primas muy bueno, como así lo corroboran las investigaciones sobre los molinos que hay por toda España.

El papel y la tinta son los dos componentes inseparables, también los más importantes, que interactúan en una obra, de manera que si se elige el soporte idóneo se logran buenos resultados en la impresión.

Las tintas utilizadas en las cartas y mapas manuscritas contenían un diluyente de naturaleza acuosa, mientras que en las tintas de los grabados el medio era graso, también llamado barniz. Ambas convivieron hasta que a principios del siglo XVII las tintas al agua quedaron anticuadas y se empezaron a mezclar con resinas y aceites secantes.

Se cree que eran los impresores los que fabricaban sus propias tintas, como también ocurría con los escribanos, que realizaban las tintas para escribir a mano. Las fórmulas de estas variaron poco en 300 años, y no es hasta el siglo XVIII cuando aparece la figura del fabricante de tintas independiente. Lo que tenemos claro es que las que tenían como base la grasa supusieron un gran impulso para la imprenta y, en general, para todas las artes del libro.

Figura 3. Atlas de las islas y posesiones francesas en la América Septentrional, siglo XVIII

El grabado

Los atlas se realizaron a mano y con la técnica del grabado, e incluso utilizando ambas a la vez. Esto sucedió sobre todo al principio, cuando el grabado no estaba perfeccionado del todo. Se utilizaba la plancha para imprimir la estampa. La iluminación se hacía a mano.

En la primera técnica se usaban planchas o matrices de madera (llamada técnica xilográfica), que posteriormente serían de metal (grabado en hueco o técnica calcográfica). Esta última confería a las publicaciones una mayor tirada y ahorro de tiempo, ya que el metal aguanta muchas más pasadas, pudiendo realizar un mayor detalle en las estampas y con un grado de deterioro menor.

Figura 4. Plancha de cobre custodiada en el Instituto Hidrográfico de la Marina, Cádiz. Fuente: María Sandra Manga Caraballo

A la plancha, o matriz de metal, se le practicaba un dibujo y posteriormente se realizaba una incisión con diferentes herramientas para dejar un surco o huella. Después se introducía en ácido, para obtener las luces y las sombras, es decir los diferentes matices desde el blanco al negro, pasando por todos los grises posibles. Este tipo de técnica, donde interviene el ácido, se denominó incisión indirecta. Después se entintaba la plancha, se colocaba el papel encima y se hacía pasar por un tórculo, o prensa, para que la tinta se transfiriera al papel, formando lo que se llama estampa.

Figura 5. Planisphaerium coeleste.Atlas Minor praecipua Orbis terrarum Imperia, Regna et Provincias Germaniae potissimum. Tobias Conrad, Lotter. Grabado calcográfico, siglo XVIII

Este avance tiene su apogeo en el siglo XVIII, cuando se produce la auténtica industria del libro, del papel y el grabado en la Península, gracias a los progresos que traen los ilustrados. Este siglo fue también importantísimo en España para la navegación científica, la creación de la Real Academia de los Guardia Marinas, la organización de diferentes expediciones o la creación de un Depósito Hidrográfico en 1784. Estos importantes avances se vieron culminados con la formación de la Dirección de Hidrografía en el siglo XIX, cuya función era la producción de cartografía, renovando los levantamientos de la Península y cartografiando los nuevos territorios de Ultramar.

Figura 6. Instituto Hidrográfico de la Marina, Cádiz. Fuente: Cabo Virginia Tirado Mera

El primer trabajo y obra cumbre de este organismo es el “Atlas Marítimo de España” de D. Vicente Tofiño, que se considera la gran obra de la cartografía moderna. De hecho, hoy día el Instituto Hidrográfico de la Marina en Cádiz, que es la institución heredera de la Dirección de Hidrografía, custodia en su archivo la colección de planchas de cobre pertenecientes a dicho atlas, y también las estampas.

Figura 7. Plano de la ciudad, Puerto y Arsenal de Cartagena, nº 35 del Atlas Marítimo de España, de Vicente Tofiño de San Miguel, 1789

Recapitulando, las técnicas utilizadas en la fabricación de este patrimonio documental, tanto si se realizó a mano o con la ayuda de nuevas tecnologías, alcanzaron su máximo esplendor durante el siglo XVIII, impulsadas por la Ilustración.

La recopilación de cartas y mapas en un nuevo formato, como son los atlas, convirtieron a estos libros en una nueva fuente documental e iconográfica, donde se describe el mundo y reúne toda la información geográfica necesaria para conocer los territorios, tanto los más cercanos como los de Ultramar.

Bibliografía

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